PREGÓN DEL FORO SEMANA SANTA DE MURCIA, PRONUNCIADO POR ANTONIO BARCELÓ LÓPEZ, EL SEIS DE MARZO DE DOS MIL DIEZ, EN LA IGLESIA ARCIPRESTAL DEL CARMEN DE MURCIA.

 

EL CRISTO QUE TANTO QUIERO,
EL QUE ADORO EN SANTA CRUZ,
DIO SU SANGRE EN EL MADERO
QUE TALLÓ EL IMAGINERO BUSSY
DESLUMBRADO POR SU LUZ.

¿DE QUE ARBOL, DE QUE MADERA,
COMO NUNCA HABRA YA DOS,
SE HARIA AQUELLA CRUZ PRIMERA
QUE TALLO LA PRIMAVERA
Y SU SANGRE PUSO DIOS?.

PORQUE EN SU CALVARIO QUIERE
DARNOS SU SANGRE Y SU VIDA,
EN ESA CRUZ EN QUE MUERE,
SEAMOS LA MADERA HERIDA
Y NO EL CLAVO QUE LA HIERE.

EN SU ENTREGA SIN FRONTERA
EN LA CRUZ VE SU AMOR,
SANGRE SOBRE LA MADERA
DONDE MUERE EL REDENTOR.

AL VERLO LA PRIMAVERA
TANTO SIENTE SU DOLOR
QUE SE CLAVA A SU MANERA
UNA ESPINA EN CADA FLOR.

 

YA CLAVADO Y ENSANGRENTADO
TAN DIVINA ES SU PERSONA
QUE AUNQUE ESTE CRUCIFICADO
EL, EN SU CRUZ NOS PERDONA.

MURCIA CALIZ DE AMOR,
EL MIERCOLES SANTO NOS DICE
QUE EN SANTA CRUZ BENDICE
LA SANGRE DEL SEÑOR.

SANGRE DE CRISTO VERTIDA,
SANGRE DE DIOS REDENTOR,
SANGRE SANTA EN CADA HERIDA,
SANGRE QUE ALIENTA LA VIDA,
SANGRE QUE ENTREGA SU AMOR.

SANGRE DE UN CUERPO CLAVADO,
SANGRE EN LA LANZA QUE LA HIERE
Y TRASPASA SU COSTADO,
SANGRE DE CRISTO QUE MUERE
COMO REO CRUCIFICADO.

SANGRE DE DIOS DERRAMADA
EN SU CALVARIO MURCIANO,
QUE MURCIA DEJE BORRADA
CADA HERIDA ENSANGRENTADA
POR LOS CLAVOS DE LA CRUZ.

 

            Rvdo. Colaborador y Capellán de la Cofradía de la Salud, Don Gabriel Bastida Rodríguez, Miembros de la Archicofradía de la Sangre y miembros de su Junta Directiva, Ilmos. Sres. Presidente de las Cofradías pasionarias de Murcia: Amparo, Caridad, Salud, Misericordia, Servitas y Yacente. Ilmos. Sres. Presidentes de las Cofradías de Gloria, Sr. Moderador del Foro, Foristas y Cofrades murcianos, amigas y amigos todos.

 

         Agradezco enormemente la oportunidad que me brinda el Foro Semana Santa de Murcia y lo hago extensible a cada uno de sus integrantes por mí nombramiento de forista-pregonero. Asimismo mi gratitud al Vicepresidente de la Archicofradía, Francisco Gómez Fernández, por su cariño y elogios. Mi agradecimiento igualmente a todos por vuestra presencia en esta bella Iglesia.

 

Ejercer de pregonero anunciando la Semana Santa de Murcia es uno de los bellos oficios que un Cofrade pueda realizar y en este marco tan incomparable y donde me unen tantos sentimientos Nazarenos desde mi infancia, la Iglesia Arciprestal de Ntra Sra. del Carmen, sede de la Archicofradía de la Sangre. Siendo consciente que no voy a tener otra oportunidad de poder realizar un pregón sobre la Semana Santa de Murcia capital aprovecho para esforzarme al máximo en esta labor y he puesto todos mis sentimientos y amor por Murcia y por sus Cofradías. Este es el Pregón de mis sueños y en el lugar sagrado idóneo.

 

         Fue en el año 2003, cuando nació el Foro gracias a su fundador Don Vicente Moreno, por vez primera, a través de la red se podía intercambiar opiniones en libertad entre Cofrades y amantes de las Cofradías de Murcia y otros lugares de España. No dude en participar en aquel proyecto internauta; con algunos foristas me unía una cierta amistad y de aquellos debates fui conociendo a otros compañeros y entablando una estrecha relación que perdura en la actualidad, y no solamente con Cofrades de Murcia, sino de fuera de la capital.

 

         Todos aquellos intercambios de impresiones, anhelos, conocimientos e incluso futuros proyectos es fruto del soporte en la red denominado Foro de la Semana Santa de Murcia.  Siempre aplaudí esta iniciativa y difundí en pro de poder conocer mucho más a fondo nuestras Cofradías.

        

DE MIS ORIGENES COFRADES Y LA ARCHICOFRADÍA DE LA SANGRE

        

Se va difuminando lentamente el invierno en la sierra y comienza el aroma a azahar de los limoneros de la huerta murciana. La primavera llega y el sol empieza a escribir lecciones asomándose en la cancela de los días de la pasión.

 

         Cercanos al comienzo de la Cuaresma, en los preámbulos de la actividad cofrade, se traslada a la ciudad nuestra amantísima patrona, María Santísima de la Fuensanta.

 

         Bello recuerdo de mi niñez, fue cuando te conocí navegando como un velero entre un mar de cabezas, mientras impresionado y a hombros de mi padre en tu regreso a la Santa Iglesia Catedral, deslumbrabas como un rayo de sol al entrar tan hermosa al Barrio para recibirte con el corazón abierto como si se tratase de algo excepcional, pero de obligada asistencia.

 

         No terminaba de comprender el porqué todas las gentes salían a verte,  cuando te miraban se santiguaban; pero mucho más impactante era ver a tus hijos descalzos con cirios acompañándote en tu recibiendo, aquellos recuerdos fueron las primeras lecciones que mis padres me dieron en mí corta vida, el amarte y quererte.

 

         De mi niñez recuerdo que siempre estaba imaginando una procesión y como con apenas cinco años me escapaba de la mano de mí madre para poder entrar a los templos murcianos. Tampoco puedo olvidar las tardes que pasaba en la Arciprestal del Carmen, en mis inicios de prematuro cofrade y ahí fue donde te descubrí Señor de la Preciosísima Sangre, despertando mi amor y anhelo a la Cofradía carmelitana.

 

         Iba a diario a verte y miraba tu rostro Señor, y te amaba rezándote en la señorial oscuridad de tu capilla.

 

         Soñaba con proteger con mis manos tu dolorido cuerpo, arrancarte los clavos, tocar y besar tus heridas, y acompañarte cada noche de Miércoles Santo, en tu caminar lento y acompasado por Murcia, convertido en testigo de tu pasión.

 

         Como podía imaginar, Nicolás de Bussy, hace tres siglos en su taller y a golpe de gubia, la trascendencia que iba a tener tu sagrada imagen para generaciones venideras, pues en la actualidad  aún sigue emocionando a todos los que te contemplan.

 

         Mi mayor anhelo era pertenecer a la antiquísima Archicofradía que te honraba y daba culto, y se hizo realidad el poder honrarte como nazareno y llevar el escudo de tus llagas como enseña, no solamente el Miércoles Santo sino todos los días de mi vida.

 

         Que sensación más inolvidable la primera vez que vestí el atuendo de nazareno, gracias a la generosidad de mi hermano de sangre, Francisco.

 

         Recuerdo que fue como un ritual, entremezclado por la alegría y la inmensa responsabilidad de poder cumplir contigo Señor de la Sangre y con tu Archicofradía.

 

         Entre las bóvedas y columnas de la Arciprestal estaban preparados los pasos de tu pasión. Era Miércoles Santo, y al otro lado del río Segura, el antiguo barrio del partido de San Benito, donde preside la Virgen Coronada del Carmen, se iba a convertir en un regueron interminable de nazarenos encarnados que se disponían a inundar el corazón de la ciudad y rememorar tu pasión y muerte Señor. Se escuchaban cornetas y tambores a lo lejos que indicaban el comienzo del cortejo y algunos nazarenos caminaban descalzos de penitencias por el asfalto, junto a lágrimas de cera de sus cirios.

 

         En esa tarde, Jesús, estás en todas las insignias llevadas con orgullo y sufrimiento por tus estantes que soportan el inmenso peso sobre sus hombros durante tu paso por la Murcia Nazarena.

 

 

          Bajo la olivera y sentado junto al pozo estarás Señor en espera de que la bella Fotina, la mujer de Nicanor, representada como la mujer Samaritana, te calme la sed, a cambio del agua de la vida. Sentado junto a Marta, María y Lázaro, nos acompañas y aconsejas en nuestra vida cotidiana; y en el cenáculo, junto a los apóstoles nos darás una lección de humildad y amor con el próximo; y nos recordarás nuestras flaquezas con el arrepentimiento desconsolado del apóstol San Pedro; aunque en el Balcón de Pilatos, escucharás el grito y petición infame de la crucifixión, mientras el bribón del Berrugo roba las habas del bancal de la huerta. Subiendo al gólgota, Tu caerás, al suelo Señor, mientras unas mujeres, junto a niño llorarán tu dolor, mientras yo quisiera ser el Cirineo que ayude a llevar tu cruz. Desposeído de tus vestiduras, estas Cristo de las Penas, en el Calvario, momento en el que se escucha el lamento desgarrado que procede del metálico carro-bocina y los roncos tambores. Todo está cumplido. San Juan, el discípulo amado y gallardo que tallara Dorado, no deja en soledad a María Dolorosa, cuyas lágrimas y sentida mirada a su Hijo que se está muriendo en su caminar redentor al otro lado del río, aunque Murcia te acompaña Señor hasta el monte calvario pisando la sangre que el hijo de tus entrañas está derramando.

 

         A la marea colorá de sus penitentes le sucede una oleada de fieles devotos que acompañan al  Señor de la Preciosísima Sangre.

 

         Ese Miércoles Santo, Murcia morirá contigo; mirará al cielo en la hora nona de tu muerte, Murcia es quién recoge la sangre de tu costado y se lamenta con tu corona de espinas. Murcia siente el dolor del hierro de tus clavos.

 

         Esos Cristos que se nos muestran en los pasos de la Archicofradía y diversos escultores nos han legado y muestran su pasión con toda su creatividad. El Dios de Roque López, Hernández Navarro, González Moreno, Gregorio Molera, Nicolás de Bussy piden amor y justicia, por los que mueren por la incomprensión de la guerra, por los que se sienten casados por el dolor o la enfermedad, por los que no tienen casa, ni familia, ni tan si quiera un lugar donde sean enterrados.

 

         Mi Señor de la Sangre pide para Murcia, para el mundo y para todos nosotros. Que así sea, por los siglos de los siglos.

 

 LUNES SANTO Y EL PERDÓN

 

         De mis recuerdos me brota en la memoria lo orgulloso que se sentía mi padre por haber nacido en La Alberca de las Torres, y como se le iluminaban las pupilas cuando me hablaba de su pueblo natal, de sus gentes, de la peña huertana de la seda, de la bendición de la simiente, de la ermita de San Antonio el Pobre, y otros tantos recuerdos. Fue esa la vinculación con la Cofradía del Perdón, el motivo de la asistencia obligada cada Lunes Santo a contemplar la procesión de “las colas”, antigua sucesora de los gremios sederos que desfilaban con su paso titular del “Prendimiento”.

 

 

      Mis vivencias con la Cofradía nacieron con la incorporación de las notas pasionarias tan populares y ancestrales conocidas por los toques de “Burla” a Jesucristo, una interpretación que imita  a las comitivas romanas cuando acompañaban a los condenados a muerte camino del suplicio. Se conoce, que desde comienzos del s. XVII.

 

      Desde siempre han participado, ininterrumpidamente en la Archicofradía de la Sangre y la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, impregnando de barroquismo el corazón de Murcia, hasta el punto que sería inconcebible ambas procesiones sin sus solemnes melodías.

 

      Así fue en 1985, cuando el desaparecido presidente  Juan Pedro Hernández, y Javier Meseguer, depositaron su confianza en mí y un grupo de jóvenes para que nuestro proyecto se hiciera realidad. Gracias a Juan Pedro por sus conocimientos, a Javier Meseguer y Miguel Rosique por su amistad. Mi reivindicación respecto a la música cofrade y que siempre intentaré transmitir a todos los miembros del grupo será la seriedad y en todo momento ser consecuente con su condición de penitencia.

 

         Lunes Santo tiñe a Murcia de color magenta, desde el popular barrio de San Antolín debido a la centenaria Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón. Un barrio enclavado en el corazón de la ciudad, muy próximo al emblemático paseo del Malecón, lugar donde tuvieron su antigua sede los hermanos antolineros y fronterizo con el partido huertano de La Arboleja.

 

Desde las primeras horas, las familias del barrio se vuelcan en la calle con júbilo y al filo del medio día tras el descenso del Señor desde su camarín, se acercan y depositan un beso en su bendita planta.

 

Al atardecer comienza la solemne procesión, y el antiguo estandarte de la Cofradía, y encabezará un desfile lleno de sentida pasión. Una olivera proyecta la sombra de Jesús orando en su agonía de Getsemaní, y la antorcha del esbirro iluminará el rostro de Jesús prendido, quién se identificará diciendo: yo soy a quién buscáis, para volver a decir más tarde ante Caifás: yo soy el Mesías. Ofrecerá su espalda con mansedumbre y los sayones le coronarán de espinas y entregarán la caña como si del cetro de un rey se tratase; mientras en la oscuridad de la noche, María sale a su encuentro; y la Santa Mujer Verónica enjuga su rostro con valentía. El dolor de los clavos se acentúa cuando tu cruz es alzada en el monte Calvario. Y vemos como en el Calvario, Jesús muere ante la presencia de su madre, María,  Magdalena y San Juan. El Señor del Perdón en la noche de Lunes Santo pregona la expresión del verdadero amor, de la ruptura del odio y del rencor.

 

 

Murcia y sus gentes tienen que saber perdonar y pedir perdón "Porque sí perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará las vuestras”.

 

¡Perdonar¡ que difícil resulta, y más sí consideramos que es injusto. Pero Cristo nos manda también perdonar en el consabido padrenuestro: “Perdóna nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

 

A la media noche, la plaza de San Antolín se agolpará de gentes para esperarte en tu regreso y ver como te encuentras con tu Madre enlutada una vez que regresáis a la bendita Iglesia de San Antolín; porque todos nosotros nos sentimos tuyos, y queremos sufrir contigo, rezarte y llorarte siempre, Señor del Perdón.

 

 

Cristo del Perdón,
el de la faz amorosa,
tronchada como una rosa,
sobre el blanco cuerpo inerte
que en el madero reposa.
¿Quién pudo de tal manera
darte esta noble y severa
majestad llena de calma?
No fue una mano: fue un alma
la que talló tu madera.
Fue, Señor, que el que tallaba
tu figura, con tal celo
y con tal ansia te amaba,
que, a fuerza de amor, llevaba
dentro del alma el modelo.
Fue, que, al tallarte, sentía
un ansia tan verdadera,
que en arrobos le sumía
y cuajaba en la madera
lo que en arrobos veía.
Fue que ese rostro, Señor,
y esa ternura al tallarte,
y esa expresión de dolor,
más que milagros del arte,
fueron milagros de amor.
Fue, en fin, que ya no pudieron
sus manos llegar a tanto,
y desmayadas cayeron...
¡y los ángeles te hicieron
con sus manos, mientras tanto!

Por eso a tus pies postrado;
por tus dolores herido
de un dolor desconsolado;
ante tu imagen vencido
y ante tu Cruz humillado,
siento unas ansias fogosas
de abrazarte y bendecirte,
y ante tus plantas piadosas,
quiero decirte mil cosas
que no se cómo decirte...
¡Frente que, herida de amor,
te rindes de sufrimientos
sobre el pecho del Señor
como los  lirios que, en flor,
tronchan, al paso, los vientos!
Brazos rígidos y yertos,
por tres garfios traspasados
que aquí estáis; por mis pecados
para recibirme, abiertos,
para esperarme, clavados.
¡Cuerpo llagado de amores,!
yo te adoro y yo te sigo;
yo, Señor de los señores,
quiero partir tus dolores
subiendo a la cruz contigo.
Quiero en la vida seguirte,
y por sus caminos irte
alabando y bendiciendo, 
y bendecirte sufriendo,
y muriendo bendecirte.

Quiero, Señor, en tu encanto
tener mis sentidos presos,
y, unido a tu cuerpo santo,
mojar tu rostro con llanto,
secar tu llanto con besos.
Quiero, en santo desvarío,
besando tu rostro frio,
besando tu cuerpo inerte,
llamarte mil veces mio...
¡Cristo del Perdón!

 

MARTES SANTO ( RESCATE Y SALUD)

 

         Otra Cofradía que también veía desde niño con mis padres eran la Hospitalaria Asociación del Cristo de la  Salud, y la Hermandad de Esclavos de Nuestro Padre Jesús del Rescate, que conquistaban la tarde-noche de Martes Santo poniendo la nota de austeridad y rigor. A mediados de este siglo pasado, unos murcianos quisieron cubrir la jornada del  Martes Santo y crearon una nuevas Hermandades con otro prototipo que les distinguía de las demás con su silencio, túnicas con capas, y la ausencia de la entrega de cualquier objeto.

 

         De hecho, la tercera Cofradía en la que me inscribí fue la del Rescate, porque me atraía el barrio murciano de San Juan, su cercanía a la plaza de toros, el acento andaluz de la Virgen de la Esperanza, y el paso del Señor de las manos atadas por el arco de San Juan, muro con el antiguo Palacio del Conde de Floridablanca; pero sobretodo por el amor y la devoción hacia el  Cristo del Rescate, que se demostraba públicamente con las largas colas de fieles, en el besapié celebrado en su honor durante el primer viernes de marzo.

 

         Tuve la suerte de conocer a su presidente, Adrián Massotti Littel e hijos (Miguel, Adrián e Ignacio) y entablar una enorme amistad que sigue perdurando en la actualidad, quedando fascinado por el trabajo desinteresado que hacían en pro de la Hermandad.

 

         Todavía con la luz de la tarde, se abren los santos portones de San Juan Bautista, y con el redoble de un tambor comienza la procesión. Tres son los pasos: la Cruz de Guía, símbolo inequívoco de la cristiandad, la bella Virgen de la Esperanza, iluminada por arder de un bosque de velas; y el Cristo del Rescate, maniatado y prisionero de nuestros pecados.

 

         Desde la Iglesia de San Juan de Dios, antiguo hospital de Murcia, suenan los clarines de los hermanos de la Salud, que rinden culto a su Titular, el enorme y patético crucificado de mirada pérdida y que ha sido implorado para la sanación de las enfermedades desde tiempos pretéritos. Cada noche de Martes Santo sus nazarenos honran por las calles de Murcia a San Juan Evangelista, a María Santísima del Primer Dolor y Nuestro Padre Jesús de las Mercedes.  Que orgulloso estaría tu padre José Isidro y orgulloso está tu hermano de nombramiento de Teniente-Encomedador.

  

LA COFRADIA DE JESÚS Y EL MUSEO SALZILLO

 

         El destino me deparó desempeñar mi labor profesional en el Museo Salzillo como encargado durante cerca de una década. En el interior de la privativa Iglesia de Jesús fue donde aprendí a amar, custodiar y difundir la obra del inmortal escultor Francisco Salzillo. Solamente tengo agradecimiento y buenos recuerdos para aquellos amigos con los que tanto aprendí bajo la atenta mirada de Nuestro Padre Jesús.

 

Se agolpan en mi memoria múltiples recuerdos vividos durante largo tiempo, con infinidad de anécdotas de los millares de visitantes que se admiraban ante los magistrales pasos o exquisito Belén. Murcia tiene que estar agradecida a tan ilustre Cofradía pasionaria y al Museo del escultor por haber perseverado durante tantos siglos su obra.

 

         Al alba, concretamente, a las seis hora solar de Viernes Santo, tal y como marcan sus primitivas constituciones, arranca la procesión de los nazarenos moraos con su pendón mayor escoltado por sus penitentes que inician su andadura en memoria de Nuestro Padre Jesús, el titular de la Cofradía de los Nazarenos, que camina cada año por la ciudad con la cruz a cuestas, acaricia con sus manos el caray de su cruz y mira desde hace cuatro siglos a sus hijos. A todos sin excepción con mensaje de amor y lleno de compresión para todos. 

 

Abre el cortejo penitencial la insignia de “La Cena del Señor”, donde Jesús celebra la Pascua junto a sus apóstoles, con la mesa repleta de manjares de la huerta de Murcia y la rica vajilla de plata. Le sigue, la Oración en el Huerto, con su Ángel, escultura más universal de la obra de Salzillo; sublime, etérea y sobrenatural,  que transmite una atractiva y clara interpretación por parte del escultor del ser celestial que consuela al Hijo de Dios en esos momentos de angustia y dolor en Getsemaní. El tercer paso es el “Prendimiento”, donde San Pedro enfurecido ante la llegada de la turba, se precipita contra Malco, y le inmoviliza mientras alza la espada en disposición de atacarle; lo que provocara que le corte la oreja, tal y cómo nos relatan los evangelios. En la misma escena Judas el discípulo traidor, besa la mejilla del Redentor, y lo identifica.

 

Señor del Prendimiento. Después de dos mil años sigue estando el mundo, y Murcia, poblada de “Judas” que prefieren su propio Dios y continuar con el odio, el rencor emanado a sus maldades y cuchillos que saben a guerra. Ellos tal vez no sepan que arrastran consigo el demonio que sabe a muerte. De nuevo las balas de las pistolas se trasforman en flagelos más apropiados o cercanos a un ser divino, tal y cómo corresponde al Hijo de Dios; que al hombre que sufre ese martirio tan terrible de la flagelación de consecuencias inmensamente dolorosas. La pasión continúa, y según la tradición, una mujer piadosa enjugó el rostro de Jesús cuando ascendía camino del Calvario, y milagrosamente, quedó impresa la Santa Faz en su paño. Pero Cristo, caerá más de tres veces, más allá del Barrio de San Andrés en Murcia y se levantará otras tres, y tantas como sea preciso. San Juan, el hijo de María, en esos instantes será como un estandarte de Murcia y de su maravillosa obra artística, considerada como el fénix de la obra salzillesca, y es en la luminosa y primaveral mañana, dónde deslumbrará a todos con su belleza y perfección, por el dinamismo, equilibrio y elegancia en su caminar, destacando la túnica y manto de pliegues acertados en la talla y rico estofado.

 

Y cerrará la magna procesión morada “La Dolorosa”, con un rayo de sol inicia su camino al Calvario de Murcia, donde miles de corazones le esperan. Seis lágrimas se deslizan por sus mejillas, son de Esperanza, Soledad, Misericordia, Angustia, Amargura, de la Luz en su Soledad, arropada por cuatro deliciosos angelitos que comparten el dolor y lloran amargamente el martirio sufrido por el Hijo de Dios.

 

 

¡Que bella se ve la imagen

cerrando la procesión

de la Virgen Dolorosa,

tan serena en su aficción¡

 

Su silencio, es misterioso.

Es muy dulce su expresión

delicado su semblante

en el hay resignación.

 

Ella es la Madre buena,

la que siembra siempre amor,

la que a todos nos ayuda

y la que nos eleva a Dios.

 

Delante, paso por paso,

De su Hijo la Pasión

le han traspasado el alma

y han herido el corazón.

 

Detrás, sólo va la cruz,

ya todo se consumó

pero queda una esperanza

llamada “Resurrección”.

 

¡Qué bella se ve la imagen cerrado

la procesión, la Virgen Dolorosa,

tan serena en su aficción¡

 

 

VIERNES SANTO (MISERICORDIA, ANGUSTIA Y SANTO SEPULCRO)

 

La tarde más triste del año, Viernes Santo, se oscurece por la muerte del Salvador y todos sus nazarenos guardarán el luto. Desde la antigua Iglesia de San Esteban, el Cristo de la Misericordia muere en la cruz, y así recorre Murcia. Yo me pregunto si ese Dios que apoya su cabeza ha muerto o está vivo; si es de madera o vive eternamente, y nos está contemplando desde cielo durante esa tarde. María, Madre de Misericordia, es quién lleva el corazón del escudo de Murcia y no lo abandonará en ninguno momento, y lo lleva en su descendimiento, Murcia deseará orgullosa semejarse a José de Arimatea y Nicodemus.

 

 Tuve el honor en el año 2007, de poder vestir la túnica de mí amigo y presidente José García Carrasco que me dio la oportunidad, y poder acércame hasta Ti Señor y contemplar un milagro. La tarde lluviosa de la jornada de Viernes Santo, dio paso a que cesará por unos instantes; sin embargo, una vez comenzada la procesión, el Señor de San Esteban se asomó hasta la cancela para salir a calle, y de repente empezó a llover de forma torrencial. El milagro fue que Cristo no quiso salir aquel Viernes Santo pero tampoco quiso que le cayese ni una sóla gota de agua. 

.

         En la Iglesia de San Bartolomé, tiene su sede canónica la Cofradía de Servitas y el Santo Sepulcro; ambos cortejos forman una  única procesión; el ángel pasionario nos abre camino a María Santísima de las Angustias, la Madre acoge el cuerpo sin vida de su Hijo sobre su regazo, por lo que clama consuelo y piedad. Que bella comparación sería la Piedad de Miguel Ángel, con la piedad de Salzillo, solamente dos genios fueron capaces de labrar una obra de tal magnitud y cada uno en un período histórico del Arte, Bonarrotí en el Renacimiento y Francisco Salzillo en el Barroco.

 

         Los caballeros severos del Santo Sepulcro van enterar a Jesús, pero primero el Cristo de la buena muerte de las hermanas Isabelas está clavados en la cruz apoyada en monte de claveles y preparado para ser trasladado al Sepulcro. María de la Amargura llora desconsolada mirando la Cruz Vacía con el Santo Sudario.

 

Hace presencia el pesado grupo escultórico del Santo Sepulcro, visto por otro genio de la imaginería, González Moreno, que plasma una secuencia desgarradora; pero Jesús será amortajado por toda Murcia, durante tu recorrido y San Juan de nuevo con su clásica elegancia, no quiere dejar a María en su Soledad. Viene con mirada penetrante y profunda tristeza por el dolor, y agarra un corazón roto en plata que muestra entre sus manos entrelazadas, e inmersa en una plegaria con esos siete puñales que la atraviesan e hieren. 

 

 

 

SAN NICOLÁS Y LA COFRADÍA DEL AMPARO

 

Fue en la Iglesia parroquial de San Nicolás donde me confirme y recibí el espíritu santo teniendo como presencia al Cristo del Amparo y María Santísima de los Dolores, titulares ambos de la Cofradía de ese barrio que aún mantiene toda la sensación dieciochesca de la nobleza de la ciudad. 

 

También viví de cerca la fundación de la Cofradía, y sus primeros comienzos, con treinta y tres fundadores, buenos nazarenos, que quisieron abrir la Semana Santa con la procesión del Viernes de Dolores, día cofrade por antonomasia en las pedanías de Murcia, pero de muy pocos antecedentes en la capital. El color elegido de sus túnicas fue el azul, y decidí ingresar como hermano en está nueva Cofradía, porque ese día se celebraba el santo de las Dolores, y concretamente en de mí Madre, sería una muy buena forma de finalizar la jornada.                  

 

Mi primera experiencia como cofrade del Amparo, fue precisamente, llevando a la Señora de los Dolores de San Nicolás sobre mis hombros, al año siguiente, me incorporé como mayordomo, y más tarde, fundamos con un grupo de amigos un nuevo paso “La Sagrada Flagelación”, del que participó como ayudante de Cabo de Andas. Quince años han transcurrido de la puesta en marcha de aquel paso del Señor en el misterio de la Flagelación, que refleja el cruel momento en el que un sayón romano le azota con un látigo, mientras que la túnica sagrada de Cristo reposa sobre un sillar. Gracias por vuestra amistad a Alfonso Requena y a mis compañeros que portan el paso con gran ilusión y maestría.

 

El primer paso de la Semana Santa de Murcia es Nuestro Señor Flagelado que cada tarde de Viernes de Dolores, su espalda se traumatizada más aún por el dolor, el hambre y el fracaso de la humanidad.

 

La procesión que abre la Semana Mayor también está formada por otros pasos, “El Lavatorio de Pilatos”, con el Ecce-Homo que escucha la sentencia de Pilatos;  Jesús cargado con su cruz en la calle de la amargura cayendo por vez primera en la ciudad y  la Verónica que sale a su encuentro; y veremos a Jesús caminando con la cruz a cuestas, en su inmenso poder, portado por los hombros de los más celebres toreros murcianos;  San Juan, volverá a San Nicolás, trascurrida la medianoche; esperará la Virgen de los Dolores, que junto al Señor del Amparo se encontrarán entre lágrimas y rezos en la primera noche de pasión en Murcia.

 

 

LA COFRADIA DEL YACENTE

 

          Desde San Juan de Dios el Sábado Santo, se abren las puertas para el comienzo de la última procesión de pasión en la ciudad. Los hermanos de la Cofradía visten túnica blanca en color blanco, luto hebreo entre los judíos. Así al atardecer, los nazarenos del yacente se reúnen en la Iglesia de San Juan de Dios y el sobrecogedor silencio se emerge, de modo impactante, con el suave susurro de las voces de los hermanos rezando el Padre Nuestro. Comienza la procesión con de  con el único sonido de la campaña del hermano muñidor, recorre la ciudad el Señor Yacente, imagen más antigua de Murcia. Jesús sin vida, una vez sepultado muestra una muerte profunda. Acompañará en la jornada de Sábado Santo, al Cristo Yacente, la Virgen de la luz en su Soledad, como advocación mariana atractiva al sentir de los fieles cristinos que viven en la esperanza de la Resurrección, y que creen que la Madre del Hijo de Dios, aún triste y desconsolada, tendría fe absoluta en la promesa de Jesús.

 

         Siempre me atrajo la Cofradía del Cristo Yacente y tuve la suerte de ser el primer nazareno en procesionar en la primera procesión de hace veinte años, desde la capilla del Rosario de Santo Domingo.

 

         Fue en esa Cofradía donde fui madurado como Cofrade, con sus Rosarios de la Aurora en el mes Mayo, o con las numerosísimas actividades de formación. Quiero agradecer a sus fundadores Antonio Cerdá Meseguer, que está gozado de la eternidad del padre y a mí buen amigo José Emilio Rubio Román, por sus desvelos y amor por la Cofradía, y por la oportunidad que siempre me han brindado de poder trabajar en pro de la institución.

 

EL SILENCIO DEL REFUGIO Y LA SOLEDAD DEL CARMEN

 

El día Eucarístico por excelencia es Jueves Santo. Por la tarde, una entrañable tradición acerca a los hombres de la huerta a la plaza de San Agustín para cantar las correlativas y contar al pueblo la sentida Pasión de Jesús. Conforme avanza la tarde, comienzan a encenderse las velas de los monumentos, y la ciudad vive un silencio sepulcral y la oscuridad. Murcia vive su particular Pasión de Jesús. Comienza a apagarse las luces de las farolas, y el silencio se apodera de Murcia, y solamente roto por el redoble de unos tambores, el arder de la cera, y como sigiloso cae al asfalto. Y esa noche sólo hablara el Cristo del Refugio.

 

Durante la Guerra Civil española, la Iglesia de San Lorenzo Mártir fue convertida en refugio para acoger a gran número de gentes procedentes de la zona de Andalucía oriental, o más concretamente de la provincia de Málaga. Pero una noche se desató una aparatosa tormenta que hizo retumbar las bóvedas de la Iglesia  y a los refugiados, gentes en su mayoría desarraigadas de la Iglesia, acudieron a orar al Crucificado, que se encontraba amontonado entre otros objetos de culto de la parroquia, y aterrados por el miedo, imploraron de rodillas ante aquella imagen su protección y clemencia.

 

Al finalizar la Guerra y con asombro en Murcia, se encontró intacto este Cristo, cuando casi la totalidad de patrimonio de la Iglesia de San Lorenzo había sido destruido.

 

         Largas filas de nazarenos de túnica y antifaz negro con remates morados le acompañan, y sólo se escuchará la voz de la expiración del Señor del Refugio,  iluminado por tan sólo cuatro faroles en su largo recorrido. Cuando a la media noche, regrese al templo de San Lorenzo, volverás Señor con tu misma sencillez, y tus hermanos te esperaran rodilla en tierra en unas de las escenas más impresionantes de la Semana Santa y Murcia habrá sabido guardar silencio. Quiso el destino que mi hija Verónica, recibiese las aguas del bautismo ante la presencia del Cristo del Refugio, y mi deuda pendiente estará Señor en acompañarte en tu magna procesión. Quisiera tener un recuerdo por la familia Sánchez-Parra y todos sus antepasados que ha sabido durante más de medio siglo emocionar a Murcia cada Jueves Santo con esta impresionante procesión.

 

         La Archicofradía de la Sangre quiso recuperar su procesión de la Soledad que desfilaba Jueves Santo desde el partido de San Benito y que se fusionó a la Archicofradía de la Sangre en el año 1687, hasta que se trasladaron a Miércoles Santo en  1689 y en muy recientes fechas traslado la procesión hasta el Jueves Santo. En la noche cerrada desde la Iglesia de Carmen, participan dos pasos, la Virgen de la Soledad  y Jesús de la Humillación Varón de Dolores, Cristo lleva la Cruz alzada como si se tratará de un estandarte que pregona su victoria símbolo sobre el pecado y la muerte; su advocación procede de los ajusticiados Cristo. Es la imagen sangrante, herido, humillado, coronado de espinas, es la autentico imagen de piedad.  Gracias a buen amigo José Carmelo Sánchez García por su cariño y aportación a la Archicofradía de la Sangre.

 

La procesión de nazarenos enlutados cruza el puente con sonidos de las marchas de su banda y se escucha la música de capilla que escolta a Ntra. Señora de la Soledad, de expresión honda, de amplio dolor tan penetrante en su abatimiento y laxitud conmueven al ser contemplada y que en sus sentimientos acata la voluntad de Dios. Agradecer al equipo directivo de la Archicofradía: Gómez, Pérez Rodenas, Lara, Alarcón, Nortes, Estrella, Ros, entre otros por sus desvelos por nuestra institución y Carlos Valcárcel Siso por su amistad y respaldo.

 

DOMINGO DE RAMOS, LA ESPERANZA

 

El domingo de Ramos, todavía guarda un sabor a palmas y olivos de las procesiones parroquiales de la mañana, por la tarde desde la Iglesia de San Pedro, en el corazón de la ciudad, y a lomos de burrico entrará Jesús triunfan en Murcia. Los Cofrade visten túnicas verde, como la advocación de su titular y la procesión la integran los pasos de “Jesús con los Niños”, obra de gran ternura; María Magdalena, entra en la casa de Lázaro y se dispone a enjugar los pies de Cristo, recibiendo la bendición del Redentor y la desaprobación del discípulo traidor Judas Iscariote; San Pedro, vive momentos más angustiosos en la vida, como así fue el de su arrepentimiento cuando en los prolegómenos de la Pasión negó por tres veces al Maestro, tal y como Éste le había advertido; llorando amargamente. Le sigue el paso de Nuestro Padre Jesús de la penitencia, que ha sido profanado en varias ocasiones, San Juan con su palma abre marcha a la Dolorosa. De repente, se estrechan los muros de la calle, los sones de las marchas pasionarias se convierten en plegaría sacramental. Viene Jesús entre cirios e incienso. Viene Jesús lleno de esperanza. He portado con inmenso honor el estandarte de San Pedro, he llevado al Nazareno de Baglietto, y convocado con la fanfarria el cortejo; los hermanos verdes son todo un ejemplo de trabajo bien hecho.

 

 

LAS NUEVAS COFRADIAS DE MURCIA, EL SÁBADO DE PASIÓN (CARIDAD Y FE)

 

      Jamás existió hasta 1994, procesión el Sábado de Pasión en Murcia hasta que 1994, se fundó la Cofradía del Stmo. Cristo de la Caridad, en la Iglesia de Santa Catalina, enclavada en el barrio de San Pedro y bajo la protección del monumento de la Inmaculada.  Antaño fue la plaza de Santa Catalina la primera de la ciudad, conocida también como la del Contraste de la Seda, ya que allí se desarrollaban todo tipo de compraventas sobre tan preciado producto.

     

      La procesión tiene un corte murciano y el color elegido fue el rojo corintio por ser característico en la Pasión y Muerte de Ntro. Señor Jesucristo. Son los misterios del Santo Rosario, los que conforman la procesión. Se escucha las lágrimas de las tulipas de los pasos que discurren por la ciudad y que son: La Oración en el Huerto, La Flagelación, la Coronación de Espinas, la Verónica, Nuestro Padre Jesús, San Juan, la Dolorosa y por último, el Stmo. Cristo de la Caridad, que acaba de morir en Santa Catalina, y derrama en la herida de su costado amor, divinidad y clemencia.

 

Comparte el Sábado de Pasión, la Cofradía del Stmo. Cristo de la Fe, que está alejada de los límites de la ciudad y está bajo la tutela de los profesores del Colegio de Capuchinos y se establece como sede canónica en la Iglesia de San Francisco de Asís, las túnicas de todos sus cofrades son largas, de terciopelo en color marrón oscuro. En esa primera procesión los hermanos de la Fe decidieron no participar en una tradición murciana que conservan aún una gran parte de las Cofradías murcianas, como es el acto de repartir caramelos y otros objetos.

 

El Señor de la Fe, tiene muy difícil su salida y entrada en su parroquia de San Francisco de Asís, pero gracias a la destreza de sus hermanos logra superar esos obstáculos; pero la Cofradía tiene estampas muy bellas como su paso a la salida a la luz del día en la plaza Circular, donde el rocío del agua empapa al Cristo a su paso por la fuente, como emocionante resulta su paso por entre medio de los árboles del paseo de Alfonso X El Sabio. El año pasado, se incorporó a la nueva Cofradía, María de los Ángeles, bella advocación mariana y franciscana. Mi vinculación a la nueva Cofradía es por ser mi hijas Verónica y Esther alumnas del Colegio capuchinos.

 

RESUCITADO

          

Agradezco enormemente mi nombramiento de Mayordomo de Honor de la Cofradía del Resucitado, con motivo de la publicación del primer volumen de mi libro enciclopédico. La generosidad de los hermanos del Resucitado me conquistó desde aquel instante y incorporándome de inmediato a la Cofradía.

 

Al alba de la mañana Jesús Resucitará desde Santa Eulalia y Murcia contigo cuando recibe a un Señor victorioso sobre el crepúsculo de la muerte.

 

           La alegría invade la ciudad. Los hermanos del Resucitado, viste túnicas blancas y está es la procesión que pregona por todos los rincones de Murcia que Jesús ha resucitado. Quiere la Cofradía que todo el mundo sepa la noticia. Para ello, pone en escena un cortejo lleno de júbilo, colorido, juventud y marchas de alegría. Un grupo de ángeles, con campanillas sujeta las cadenas del demonio. Abre la marcha, San Miguel que combate contra lucifer; la Cruz es el Triunfo, símbolo pleno de vida que se reviste de flores y belleza. El Ángel anunciador del Señor, les anuncia la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo a las Tres Marías y Cristo estará en la crucial Resurrección cuando emerge de su sepultura; y su primera aparición será a María Magdalena, y más tarde bendecirá el pan durante la cena con los discípulos de Emaús; y volverá de nuevo a aparecerse a los apóstoles, mostrando al incrédulo Tomás, el Mellizo, la llaga de su costado. En el lago de Tiberiades, se producirá el milagro de los peces, y ascenderá definitivamente, el Mesías mientras que un enternecedor niño, nos muestra la acción. Y volverá San Juan en su decimoctava aparición a no dejar sola a María, y estará escribiendo los evangelios.

  

Por último, cierra la procesión su Madre, que es la última advocación de la Semana Santa murciana y donde María se pasea por las calles, representadas como Dolorosa, María de los Ángeles, Esperanza, Soledad, Misericordia, Angustias, Amargura, de la Luz en su Soledad, y para  concluir, ésta como Gloriosa. Veintiuna representaciones distintas de la Madre de Jesús.

 

Tras cerrar las puertas de Santa Eulalia, acaba la Semana Santa, atrás quedan las marchas pasionarias de La Madrugá, Mater Mea, Estrella Sublime, Oremos, Jesús Preso, entre otras…

 

         El paisaje nazareno se difumina un años más, como las agujas del reloj que nos marcan el tiempo de la vida. Han sido ochenta y siete pasos los que han recorrido las calles y plazas de Murcia. Nuestros Cristos vuelven a sus altares y los nazarenos guardan sus túnicas, pero pido a todos que no dejemos encerramos a nuestros Cristos en las Iglesias en la soledad de su capilla, y que vayamos a venerarlos, y que siempre los tengamos en nuestros corazones. Porque todos formamos tu Iglesia. Una Iglesia que necesita de todos los hombres, cual sea su situación y su condición…. y si fuera así, el sueño se habrá hecho realidad.

 

         Muchísimas gracias a todos por su atención.

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