¡¡ Por fin llegó el gran día ¡!.

    Durante años, habíamos hablado mil veces del tema. A mí me correspondía la ingrata labor de infundirle paciencia (y no era labor fácil). Su obstinación, infantil pero firme, mantenía alertado a su padre. Javier bien sabia que la edad para ser cofrade era a los 14 años, aun así sus ansias de vivir la procesión le invadía cada primavera.
      Los años que le separaban de los 14 no eran muchos pero, para él, era toda una eternidad.
      A menudo, yo me preguntaba de donde venia su atracción por la Semana Santa y su Cofradía.
     Cada Semana Santa, la ilusión volvía con mas pasión que la anterior y las reivindicaciones a su padre, tomaban mas fuerza.
   Tal era su insistencia que, a menudo, tratábamos de eludir el tema y una y otra vez, nos preguntábamos de donde le venia tal pasión.

Quizás fue la suerte, o quizás el destino, quien sabe; la Cofradía de la Esperanza, su cofradía, iba a crear un Hermandad Infantil. ¡¡¡gracias a Dios!!! exclamamos al unísono, su padre y yo.
     Estaba feliz, una buena jugada del destino, la ilusión de Javier, por fin se vería cumplida.
   La túnica, la de su hermano mayor; resultaba más práctico encargar una para el mayor, que además ya había dado el estirón, y la inversión era para toda la vida.
    Y de nuevo volvíamos a preguntarnos cual era el origen de tan desmesurada afición sin encontrar la respuesta.
    Ya se acercaba el gran día y la impaciencia contagiaba a toda la familia, los nervios le invadían y le costaba conciliar el sueño, algo así como la noche de Reyes.
 

   
    Aun recuerdo sus constantes preguntas: ¿cuándo compraremos los caramelos? Mama ¿crees que aguantaré sin beber agua? ¿qué hago si me da ganas de orinar?...... mi respuesta siempre era la misma: Javier, tranquilo hijo, todo eso será fácil, ya lo verás.
    El Domingo de Ramos, después de comer, ya era incontenible, tanto que decidí ponerle la túnica, metí de modo provisional, los cuatro centímetros que se sobraban mientras su padre le ajustaba con cuidado el cíngulo a la izquierda.
   Antes de dirigirnos a la iglesia, pasamos por casa de los abuelos, orgulloso, al fin lo había conseguido.

    Camino de la iglesia, algo me hizo sonreír, en un instante comprendí todo, el motivo, la causa, el porque de todo aquello. Javier no desfilaba aquel día por primera vez, ya lo había hecho antes, 10 años atrás............conmigo. Si, así es, desfiló dentro de mí ............desfiló ANTES DE NACER.


MANTILLA.

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