Unido al paso inexorable del tiempo, como compañero perpetuo del nazareno, acaso queriendo rivalizar con el vigoroso incienso, año tras año, puntual siempre a la cita, el azahar despierta.
Recuerdos de la infancia y de la primavera pasada; el mismo que embriagó a Salzillo y el que emociona al paisano que vuelve a su Murcia cada año.
El azahar, siempre el azahar. Primavera y pasión unidas por la esencia de esta tierra, esencia que no puede faltar un año, que tan necesaria es, como la oración para nuestros penitentes. |
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El azahar, siempre el azahar. ¿Qué sería de nuestras dolorosas sin el perfume que le ofrece su Murcia? ¿Qué sería de los Cristos sin nuestro ungüento para su funeral? ¿qué sería de nuestros nazarenos si su aroma no anunciara la llegada de la Pasión?.
El azahar, siempre el azahar.
CODINA