Benedictus en su mensaje
2.000 en el foro de Murcia Nazarena
Ha pasado ya bastante tiempo desde que hice mi primera
intervención en este foro, así mismo han pasado muchas anécdotas en este foro
que me han hecho sentir alegre en multitud de ocasiones y triste en otras. Lo
que nadie me puede quitar es todo lo que he aprendido, lo que he compartido, las
amistades que a través de este bendito lugar de locos nazarenos he creado, las
puertas que se me han abierto a través de este medio para seguir viviendo en
cristiano y poder sentir encendida la llama de la Semana Santa cada uno de los
días del año.
Gracias a todos los que de un modo u otro habéis hecho
posible mi crecimiento como nazareno, como persona y como cristiano durante este
tiempo. Gracias a los que me habéis apoyado en momentos de dificultad, a los que
habéis colaborado en hacer de este foro un punto de encuentro en paz... de
corazón, muchas gracias.
No sabía que escribir para mi mensaje 2000, qué decir que no
hubiera dicho ya, de qué hablar... así que tras mucho darle vueltas, he decidido
copiar lo que mi corazón me ha dictado, plasmar en unas líneas lo que siento
como nazareno y como enamorado de María, la mujer que supo decir Sí...
Sirvan estas humildes letras como homenaje de gratitud y de cariño a todos los
"ángeles" que han volado alrededor mía durante mi vida y que, de un modo u otro,
han colaborado a que hoy día me sienta orgulloso de ser nazareno.
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A Nuestra Señora de las Angustias
"Parece que el Sol no pudiera más que ocultarse dolorido.
Quiere ocultarse, no quiere ver más, no más tormentos, ya pasó la hora nona, ya
todo se consumó, el odio llevó al Hombre al madero y el Amor tuvo en él su
máximo exponente. Las gentes que en la mañana hacían de la calle de la amargura
murciana bullicio, ahora murmuran, la luz se hace tenue, la llama encendida se
apaga consumida después de haber entregado hasta la última gota de aceite, se
estremecen los corazones, ni siquiera las campanas se atreven a doblar, el Dios
hecho hombre ha muerto de mano de aquellos a los que vino a dar Vida.
Su Madre, aun en su infinito dolor, no ha corrido a
esconderse como los discípulos, no, Ella mantiene encendido el faro de la
Esperanza, aun dentro de su sin igual angustia confía en la Palabra y eleva los
ojos al cielo buscando del Padre la respuesta al puñal de ese Hijo muerto
entregado a sus maternales y dulces brazos. También las entrañas del Altísimo se
estremecen al contemplar la escena del mayor Amor jamás contemplado y desde los
nubarrones que nos cubren como dosel del mundo al caer la tarde, manda una corte
de querubines a acompañar la soledad angustiada de María Santísima. Ángeles que
besan las llagas divinas de Jesús, ángeles que empapan en celestiales pañuelos
de la más suave seda las lágrimas corredentoras de la Madre, ángeles que al
contemplar a la Señora de las Angustias dejan caer sobre sus sonrosadas mejillas
lágrimas místicas de emoción y compañía.
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Pero no, María no está derrumbada ni hundida. No. María
permanece firme y valiente, como recordando las palabras del anciano Simeón, al
sostener sobre sí el cuerpo de su Hijo, carne de su carne. Ahí está, iluminando
al mundo cuando todo parecía oscuridad, sosteniendo entre sus brazos la llama de
Amor viva, respondiendo a los corazones hundidos con un soplo de esperanza,
alentando a los hombres en sus sufrimientos, consolando los corazones tristes y
las almas afligidas… Por Ella, que se abran los vetustos portones de la Iglesia
de San Bartolomé, que se llenen las calles de fieles y que resuenen con fuerza
los golpes secos del tambor, que los cirios apagados vuelvan a encenderse para
derramar la cera sobre el suelo murciano y que ondeen las negras mantillas con
el viento de la primavera, que el incienso suba al cielo cuando María eleva
hacia allí sus ojos, que el azahar de nuestras plazas llore en los naranjos y
entregue a su paso el mejor de sus perfumes, que se descubran las estrellas ante
su soberana presencia, que se paren las horas, que exploten los sentimientos,
que todo se haga recogimiento y oración al paso de la Señora, que nada nos
distraiga cuando se acerque tocando nuestro ser con su encanto maternal, que
solo latan nuestros corazones para ser siervos suyos cada instante de nuestra
vida… que se unan los hombres y los ángeles para besar su manto, el Cielo y la
Tierra para secar sus lágrimas, lo humano y lo divino para acompañarla en su
soledad y, de este modo, contemplar juntos, emocionados, y sin más voz que la
del alma, la presencia de María Santísima de las Angustias en la noche sin igual
del Viernes Santo murciano."
Escrito en el foro de
Murcia Nazarena por Benedictus en conmemoración de su mensaje 2.000