Cuarenta y seis años lleva procesionando esta Cofradía, que allá en el principio del siglo XVI estaba establecida en la desaparecida Ermita de San Ginés, si bien no con la obligación de desfilar en ningún cortejo pasionario durante nuestra Gran Semana Mayor, sí con la recta obligación de pedir limosnas por nuestros campos, huertas y ciudad para socorrer a los desvalidos, acompañar a los reos de muerte en la última noche de su vida, evitar los duelos tan frecuentes de la época entre los caballeros de capa y espada,
invitar a los pecadores a la penitencia y recorrer las estrechas y
mal alumbradas calles de aquella Murcia que Alfonso el Sabio conquistó a los
moros, cual penitente, rezando el Rosario. En este principio y con el nombre
actual de Pontificia, Real, Venerable Cofradía del Santísimo Cristo de la
Esperanza y María Santísima de los Dolores y Santo Celo por la Salvación de
las Almas, estaba formada únicamente por clérigos y frailes menores de las
distintas órdenes religiosas que existían en la ciudad. |
En
1.724 nace en Sevilla la Venerable Congregación del Santísimo
Cristo de la Esperanza y Santo Celo por la Salvación de las Almas.
D. Antonio de Vargas, asistido por el Cardenal Belluga, dan vida a esta
congregación hermana de la nuestra del Pecado Mortal con las mismas
obligaciones de penitencia y caridad. El Rey Felipe V le dio protección
en el Real Decreto de 18 de junio de 1.744.
Volviendo a Murcia y desaparecida la Ermita de San Ginés, los clérigos pensaron trasladarse a otra de las ermitas que bien pudiera ser la de Santa Quiteria, por estar consagrada a un valioso Crucifijo de gran tamaño y mucha devoción y respeto de los fieles murcianos. Se ignora las causas del por qué no hubo aveniencias entre los mayordomos de la Esperanza y el clero encargado del culto y custodias de la ermita que acabamos de nombrar y casi a punto de desaparecer esta murcianísima hermandad, |
D. Patricio López, cura-teniente de la Iglesia de San Pedro, juntamente
con D. Pedro Martínez Zaragoza, D. Manuel Moreno, D. Miguel Ramírez
y D. Vicente Carballo, también presbíteros asignados a dicha
Iglesia Parroquial, establecieron su sede en ésta, en donde estaban
adscritos, según dice el acta levantada el 29 de abril de 1.754.
Su Santidad Benedicto XIV, por Bula dada en Roma el 10 de marzo de 1.755,
concede Indulgencia Plenaria y remisión de todos los pecados a los
cofrades de esta Hermandad que recibieran la Sagrada Eucaristía
ante la imagen del Cristo de la Esperanza. Se le concede el nombre de Pontificia
y se le autoriza a ostentar el Escudo Pontificio de San Pedro, la Tiara
Papal, el Ancla y las Llaves.
Leemos
en el libro de la Congregación de la Esperanza, que Francisco Salzillo
y su esposa Juana Taivilla ingresaron en la misma el día 22 de agosto
de 1.755.
En
los primeros días del año 1801 se dio entrada en esta Hermandad
a todos los eclesiásticos y civiles que lo solicitaban, reformando
un poco sus primeras Constituciones para acomodarlas al naciente siglo
XIX. El culto de esta Hermandad fue de gran pujanza hasta la Primera República,
limitándose su culto sólo dentro del templo.
Llegamos
así al 29 de abril de 1.954, en el que un grupo de amigos, D. Antonio
Almela Pujante, D. José Crisanto López Jiménez, D.
Federico Lopez-Higuera y Marin-Baldo,D.
Alfonso Brugarolas, D. Alfredo Fernández de la Cruz Roca, D. Rafael
García Velasco, D. Tomás, D. Ginés y D. Francisco
Pérez Miralles, devotos del Cristo de la Esperanza, a la salida
del sufragio del alma de un compañero difunto, en la puerta de la
Iglesia Parroquial de San Pedro, decidieron propagar la devoción
por nuestro Santísimo Titular, animados y ayudados por el Cura Párroco
D. Mariano Andreu, organizando un Rosario Vía Crucis que salió
por primera y única vez a recorrer nuestras calles en el año
1954, precediendo al Cristo y al Estandarte una veintena de hombres, incorporándose
paulatinamente a lo largo de su recorrido una gran cantidad de fieles.
Produjo
tal entusiasmo que, agrupados bajo la presidencia de D. Antonio Almela
Pujante, acordaron convertir el Vía Crucis en procesión.
Al
año siguiente, 1.955, salía el Gran Cortejo vistiendo túnica
y capuz verdes, llevando como insignia los pasos de
la Dolorosa y del Cristo de la Esperanza, ambos de Salzillo. Posteriormente
se fueron uniendo el Arrepentimiento de San Pedro Apóstol, del mismo
imaginero; Nuestro Padre Jesús Nazareno, obra de Baglietto; San
Juan de la Palma, de Antonio Labaña; así como El Arrepentimiento
y Perdón de María Magdalena, obra del mismo escultor y Francisco
Liza. Por último se incorpora en 1.984 el grupo escultórico
de José Hernández Navarro, Entrada de Jesús en Jerusalén.
Por
último, se hace constar que desde la refundación de la Cofradía
en el año 1954 hasta la aprobación de los presentes estatutos,
los Hermanos Mayores que han estado al frente de la misma han sido los
siguientes:
Don
Alfredo Fernández de la Cruz Roca
Don
Abilio Gallar Martínez
Don
Antonio Robles Torres
Don
José Barba Mirete
Don
José Ignacio Sánchez Ballesta